Que es el Amor?

El amor en el Islam

El acto de amar trasciende los sentimientos y constituye un estado del alma o de la conciencia. ¿Qué es el amor? El amor es un concepto universal relacionado con la afinidad entre seres, definido de diversas formas según las diferentes cosmovisiones y puntos de vista.

En la literatura islámica el amor suele mencionarse como algo vertical en el sentido que nace de su fuente primigenia: el mismo Creador, pero llega a extenderse hasta la criatura más ínfima.

El amor en el Budismo

El amor según el budismo se caracteriza por la amabilidad y benevolencia, pero sin tener que apegarse a la persona, que en definitiva es lo que a posteriori causa sufrimiento. El amor, la compasión, la alegría y la ecuanimidad son la naturaleza misma de una persona iluminada.

El decimocuarto Dalai Lama, Tenzin Gyatso, brinda una serie de prácticas y meditaciones para acercarnos a una felicidad más profunda y verdadera. El amor universal es un amor puro, incondicional, que debemos poder encender no solo hacia nosotros mismos y hacia quienes queremos sino hacia todos los seres en el mundo.

El amor en el Judaísmo

El amor es una de las necesidades más básicas que el ser humano tiene, tanto para recibirlo como para darlo. Veamos qué nos dice el judaísmo al respecto:

En el judaísmo hay distintos tipos de amor: el amor entre padres e hijos, el amor entre hombre y mujer, el amor entre hermanos, el amor entre amigos, el amor a D-os. Si bien la dinámica de cada tipo de amor es diferente, hay un común denominador a todos: la búsqueda de la cercanía y la unión y la dedicación al bienestar del otro. No hay que confundir el amor con el deslumbramiento. El amor es el resultado de la abnegación, mientras que el deslumbramiento es la expresión máxima del egocentrismo y narcisismo. El deslumbramiento es lo que le pasa a uno; el amor, en cambio, es el resultado de mucho trabajo personal.

Nuestros sabios (Pirkei Avot, 5:16) contrastan dos tipos de amor: el amor condicional, que no perdura, y el amor incondicional, que perdura.

Según Platón

Según Platón, el amor consiste en que la persona que ama no va a amar la belleza simple; se va a concentrar en buscar lo bello de quien ama. El “amor platónico”, por el contrario, se queda en lo físicamente bello, idealiza y cree que el amor es inalcanzable.

Para este filósofo el amor puede ser entendido como el estado de éxtasis y a la vez de moderada frustración que se experimenta al saber que hay algo más allá de lo físico que nos llama pero que, a la vez, no nos será entregado totalmente, ya que por mucho que no lo queramos seguimos encadenados al mundo de lo material, el lugar en el que disfrutar de las cosas depende en buena parte de nuestra proximidad en el tiempo y el espacio, por lo que es casi imposible mantenernos al margen de la influencia que ejerce sobre la estética y las apariencias.

Según la Biblia

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

En la Biblia encontramos un capítulo maravilloso donde leemos lo que puede considerarse como la mejor definición del amor. Es el de 1ª Corintios 13. En los versículos del 4 al 8a vemos cómo debe ser, y cómo no debe ser el amor: El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue.

(1 Corintios 13:4-8a)

¿Cómo es el amor?

Paciente: padece y soporta, resiste con entereza las debilidades y defectos de la otra persona.

Bondadoso: ofrece en todo momento el bien con amabilidad y dulzura.

Sin envidia: no resiente ni se entristece ante el bienestar de la otra persona. Más bien se alegra y celebra.

No se alaba en exceso ni está lleno de orgullo: no resalta sus méritos y cualidades en todo momento. No exalta sus sacrificios y esfuerzos ni menosprecia a la otra persona.

No es rudo: no es descortés, violento o grosero, sino que entiende y considera los sentimientos y el bien del otro.

No es egoísta: no demanda sus derechos ni exalta su propio interés. Presta atención y cuida los intereses de la otra persona.

No se enoja fácilmente: no pierde el control ni se ofende con facilidad.

No guarda rencor: no mantiene en su mente y corazón los errores y ofensas que, a su entender, ha cometido el otro.

No se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad: no se alegra cuando la persona amada comete un error. Se regocija cuando actúa con rectitud y corrección. Busca la verdad y actúa.

Todo lo disculpa: perdona y no anda difundiendo las faltas de la otra persona. Intenta entender los motivos.

Todo lo cree: confía en la bondad y los buenos motivos de la otra persona a menos que haya evidencia irrefutable de lo contrario.

Todo lo espera: tiene esperanza y es optimista. Confía en las promesas de Dios y está dispuesto a esperar para ver los cambios y las bendiciones anheladas.

Todo lo soporta: persevera y permanece con paciencia en medio de las pruebas y dificultades. No es pasivo sino activo; busca soluciones a los conflictos junto a la otra persona.

Nunca se extingue: No termina, no tiene fin, no se acaba. Es eterno.

Y tú, ¿Conoces el amor? ¡DIOS ES AMOR!