El Poder de la Oración

La manera correcta de orar es expresando lo que hay en tu corazón a Dios. Sentado, de pie, o de rodillas; con las manos abiertas o cerradas; ojos abiertos o cerrados; en el templo, en casa, o al aire libre; por la mañana o por la noche. Todas estas formas están respaldadas por la palabra de Dios.

La opción, cambia la atmósfera, la oración acorta distancia, la oración genera confianza, la oración nos acerca a Dios.

LA ORACIÓN DE ANA (1 Samuel 1)

Ana era una mujer atribulada teniendo en cuenta que su marido Elcana tenía otra esposa llamada Penina. Esto era tolerable en la época y no era problema, pero lo que la perturbaba realmente era el ser estéril mientras su rival tenía hijos y se burlaba de ella constantemente. Llegado el momento de la visita anual al templo en Silo, Ana decidió derramar su corazón ante Dios y le prometió que si Él le concedía un hijo ella lo entregaría de buen agrado al servicio de Dios, su oración fue atendida y así fue como nació Samuel, cuyo nombre significa: ‘pedido a Dios’.

LA ORACIÓN DE DAVID

Muchas son las oraciones de David registradas en la Biblia, tal vez él sea el que tiene más pedidos mencionados en la Biblia, ante el hecho de ser autor de más de 70 Salmos, que eran oraciones cantadas.

El Salmo 23 David lo compuso cuando era pastor de ovejas en su adolescencia, y el Salmo 3 fue cuando ya era Rey y huía de su hijo Absalón que conspiró contra él para matarlo, a la media noche se le dio aviso que tendría que atravesar el río Jordán para estar a salvo, aquella era una situación difícil ya que el rey estaba acompañado de muchas personas, incluso mujeres y niños y el río podía llevar a alguien en la corriente, en ese momento muchas personas lo habían abandonado y otros incluso lo maldecían por haber tomado el reino de la casa de Saúl y otros lo injuriaron con razón culpándolo por el crimen de haber adulterado con Betsabé y asesinado a su marido Urías por medio de estrategias de guerra.

A pesar de que su conciencia lo acusaba, David clamó a Dios y se humilló con corazón contrito y dijo:

¡Oh, Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí. Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios. Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza. Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo. Yo me acosté y dormí, Y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente, Que pusieren sitio contra mí. Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío.

Salmo 3

David fue atendido y la misericordia de Dios lo alcanzó, no porque merecía, sino porque se arrepintió y luchó con Dios para que lo perdonara y por encima de todo aceptó la condición que le fue impuesta: cosechar todo el mal que plantó.

De hecho él sufrió hasta el fin de su vida las consecuencias de su pecado, pero fue salvo porque confió en Dios, ese Dios es el único que perdona y acepta a quien se arrepiente porque ya pagó el precio por la salvación de quien lo acepta.

LA ORACIÓN DE ISAÍAS

Cuando Ezequías estuvo enfermo, el profeta Isaías lo visitó y llevó un mensaje en el que debía arreglar su casa y preparar sus testamentos porque iba a morir.

En ese preciso momento, Ezequías volvió el rostro a la pared y oró pidiendo a Dios que no le dejara morir en aquella hora, y antes de que el profeta Isaías saliera del palacio real Dios lo mandó de vuelta afirmando que le iba a conceder otros 15 años de vida en respuesta a su oración, para probar que la palabra del profeta era verdadera Isaías oró a Dios para que la sombra de un reloj solar que existía allí retrocediera 10 grados, y así ocurrió.

LA ORACIÓN DE DANIEL

Daniel pasó toda su vida en el cautiverio babilónico y persa, sin embargo, incluso sometido a un dominio extranjero, recibió grandes revelaciones de Dios, tan grandes que las profecías a él reveladas recorrieron toda la historia del mundo y algunas todavía están por cumplirse en el futuro.

En su libro se registra que él era un hombre muy amado por Dios, pero también se muestra que cada vez que Dios así lo llamaba era después de sus períodos de oración ferviente, donde ayunaba y se humillaba pidiendo orientación y revelación del cielo.

En el libro de Daniel 9:23 el ángel Gabriel afirma expresamente que solo vino a atenderle porque Dios había dado una orden en respuesta a su oración, lo mismo ocurre en el capítulo 10 verso 12:

“Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.”

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